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Para reflexionar:  Realidad de la equidad de género en Suecia

Tener la oportunidad de compartir con una familia sueca (mujer de unos 35 años, hombre de 40 años, y su niño de dos años) fue una experiencia sinigual e inolvidable porque palpé, en lo cotidiano, lo que es la equidad de género: 
 
El niño ya tiene su escoba pequeña, lo mismo que un traperito y un pequeño recogedor de basura, porque los padres dicen que desde pequeño se le debe involucrar en las tareas del hogar. Para ellos, todos somos iguales y tenemos el mismo derecho a la misma oportunidad; el esposo se levantaba primero y preparaba el desayuno, luego recogía la mesa y metía todo en la lavadora de platos; la esposa arreglaba la cocina y el resto del apartamento. 
 
Me sorprendió muchísimo ver que el niño igual juega con una cocina y con muñecas. Lo que nosotros consideramos juego de niñas es tan normal allá para los niños, como jugar con carros o herramientas. Realmente fue un gran aprendizaje. Todo comienza desde la casa; si nosotras estamos trabajando por esa equidad de género, quiere decir que la mujer tiene la misma capacidad para hacer el trabajo que en países subdesarrollados sólo hacen los hombres, así que ambos sexos tienen la misma oportunidad para hacer cualquier trabajo.
 
Otra cosa que encontré interesante en el aeropuerto fue la no diferencia de los baños: En nuestros países lo típico es separar los baños de hombres de los de mujeres; en Suecia no es así.
 

La igualdad de género en Suecia alcanza niveles superiores a la de otros países europeos. La igualdad implica reconocer los mismos derechos, obligaciones y oportunidades para el hombre y la mujer, así como evitar que el género sea motivo de discriminación o entorpecimiento al desarrollo personal.

Suecia ha sido considerado durante años un país adelantado en cuestiones de igualdad. Desde 1954 existe un Ministerio de Igualdad. En 1991 se creó la Ley de Igualdad que duró hasta el 1° de enero de 2009, cuando entró en vigor la Ley de Discriminación que englobaba las discriminaciones por motivo de género, religión, discapacidad, raza, etc.

Un artículo escrito por el sicólogo Alf Svensson dice: “El personal de los parvularios y las escuelas llevan años intentando contrarrestar los roles de género tradicionales. A pesar de eso el 98% del profesorado de parvularios son mujeres y más del 90% de los delitos los siguen cometiendo los hombres. Así que parece que no hemos logrado mucho”.
 
Muchos fundamentalistas de la igualdad de género dicen ahora que el problema se solucionaría si logramos crear niños neutrales en género si se tratara a niños y niñas de igual manera. Debemos darles nombres y juguetes neutrales, usar la palabra “hen”, prohibir a las chicas que se vistan de rosa y escoger centros educativos con certificación de neutralidad. Los profesores de parvularios deben actuar como policías de género, hacer desaparecer el rincón de las muñecas e impedir los juguetes típicos de niños y de niñas. La estrategia no va a funcionar porque el género no es solo una construcción social. Todas las diferencias entre niños y niñas no radican en que los tratemos de manera diferente. El que públicamente se atreva a poner en tela de juicio la doctrina feminista sobre el género se expone a ataques personales, burlas y a ser ridiculizado.
 
Alguien que tiene el valor de hacer esta crítica es Martin Ingvar, profesor en neurociencia clínica en el Instituto Karolinska. En una investigación estatal constató que existen causas genéticas para explicar las diferencias de comportamiento entre niños y niñas. Por ejemplo, el cerebro se desarrolla de forma diferente entre ambos. El cerebro de las niñas alcanza su mayor tamaño a los 10 y 11 años, mientras que el de los chicos lo hará más tarde. Las mujeres tienen un mayor número de conexiones entre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro. Los niños y los hombres tienen una mayor presencia de testosterona, razón que los hace más agresivos y les hace tener más conexiones sexuales casuales.
 

Si queremos dar a los niños y niñas la misma oportunidad para tener éxito en la vida, no podemos educarlos de la misma manera en el colegio. Los niños no son igual de hábiles que las niñas en cosas como asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje y trabajar por su cuenta. Necesitan mayor guía del profesor durante la enseñanza en clase. Con la misma pedagogía aumenta todavía más la fisura entre las notas de los niños y las niñas y las posibilidades de tener éxito en la vida. Y los niños serán los grandes perdedores.
 
 
Blog de Suecia: Israel Ubeda
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